VEN, PASA SIN LLAMAR


MENSAJE Y CANCIÓN DE BIENVENIDA AL BLOG
(Pinchar sobre el texto que sigue, para escuchar la canción):
VEN,
PASA SIN LLAMAR
(*) Vídeo de la CANCIÓN: pinchando en cualquier parte del texto de bienvenida anterior (Le puso música y voz: Amador (Dorchy Muñoz) Gracias.

*Tanto los TEXTOS como las FOTOS de cada entrada del Blog son autoría de Ángeles Fernangómez. En algún caso excepcional en que no fuera así, siempre se especifica el nombre del autor o autora y se cuenta con su consentimiento.


jueves, 4 de diciembre de 2008

YO NO QUERÍA ("Mis relatos breves")



A las nubilas sin Pasión anotada.
A los dedos de Angélica Liddell que anotaron la Pasión de Nubila.





Podía haber elegido cualquier otro lugar del parque, pero me senté en el rincón de los cipreses.
“Será parecido cuando muera” -pensé, sólo que mis nalgas no necesitarán asiento y no tendré que incorporarme para la cena.
Estaba influida por la parte bestia de la vida en esa madrugada que sucedió a la noche de los demonios humanos. Los monstruos dan mucho miedo.
Como ella, yo nunca hubiera querido escribir “La Pasión Anotada de Nubila Walhlheim…” Ni la de nadie. Ni mucho menos escribir la mía, pero escribía La Pasión Anotada de la Vida. Estaba también, muy cercana todavía la semana de la pasión anotada de un hombre que aseguran que murió colgado de una cruz, ¿o era un dios?
Yo no tengo Dios, pero me invento dioses y luego los cuelgo de cruces. (Yo soy mi diosa favorita).
Por eso volví a los cipreses. Eso fue después de la última vez que me amarré a la cruz. Volví a los cipreses y sentí mucha, mucha calma. Tanta que me asusté.
Yo creo que, si uno muere, queda suspendido entre cipreses. Así, como volando, como si no hubiera gravedad. Y no se oyen ruidos.
Yo no oía ruidos, debía de estar ya en el camposanto.
Pero no. Chillaron las máquinas que ruedan y yo me giré, o sea que sí oía.
La vida no está hecha de monstruos, eso creo; pero hay muchos monstruos en la vida. Demonios que eran ángeles. Todos hemos sido ángeles chiquitos, pero algunos sintieron que el amor no les llegaba, y se les abrió el corazón en dos mitades. Los más, son ángeles que lloran. Otros son demonios que odian suplicando amor.
Yo tampoco -como ella-, hubiera querido escribir pasión alguna. Pero la estaba escribiendo.
Y entonces, me acordé de otra (porque hay muchas). De otra pasión, quiero decir. La que vivían mis genes esparcidos fuera de mi cuerpo. Y me dolió. Tanto que, como no sé hacerme diablo, me convertí en ángel lloricón.
¿Por qué tiene uno que sembrar sus genes y dejarlos ahí, expuestos a la vida?
La suciedad va y viene y, a veces hasta huele a limpio. Percibo lo bello y sé que mis genes están provistos de arte en el núcleo.
Yo quería escribir del arte y la bondad de mis semillas, pero soy muy influenciable y me venía la sangre al pensamiento, y el corazón golpeando, y se me encogían los hombros, y los hombres se hacían muy, muy grandes, como gigantes, y yo pequeñita, pequeñita, pequeñita…, hasta que me quedaba dormida en la punta de un ciprés. Y amanecía estrella.

* Publicado en el nº 1 de la revista ALKAID EDICIONES
Todos los derechos©Ángeles Fernangómez