Agradezco a la vida que me esté permitiendo disfrutar de una madre íntegra, a pesar de sus 92 años cumplidos.
Su amor a la lectura está siendo más satisfecho que nunca (nunca pudo leer tanto, no tenía tiempo, pero ahora... al menos un libro a la semana... cae).
Su salud mental es perfecta, y la física es muy, muy aceptable para su edad.
En diciembre pasado, cuando cumplió sus 92 años, le regalé esta foto junto con el pequeño poema que dentro le dediqué.
¡GRACIAS, MADRE!
Los ojos de mi madre
huelen a mar de norte, a noche celta.
La vida de mi madre
sabe a trabajo, a hijos, a amor, a pueblo...
¡a Vida!
Todos los derechos©Ángeles Fernangómez (texto y foto)