La Lobera de Gredos:
EL LUGAR DEL CUENTO DE LOS CUENTOS
Vi a Hansel y a Gretel cogidos de la mano en dirección a la casa de chocolate de la bruja. Les advertí, pero iban tan concentrados en sus risas, que no me escucharon.
Después, pasó
Caperucita. Yo le dije: "peligroso sitio, niña, para pasear. Una niña
llamada Caperucita Roja no debería de pasear por un lugar llamado La
Lobera", pero iba tan absorta dando saltitos mientras cantaba, que no me
escuchó.
Más tarde, alcancé a ver a un niño muy, muy pequeño, que caminaba
arroyo arriba y que, cada 3 pasos, lanzaba al suelo una miga de pan mientras repetía: "para el camino de regreso, para el camino de regreso...". Cuando se
acercó lo suficiente, le llamé para decirle que no le serviría de nada, pues
los pájaros se las iban comiendo todas, pero estaba a lo que estaba, calculando
y calculando el tamaño de las migas para que no se le acabara el pan antes de
llegar a su destino, así que no pudo escucharme.
Finalmente, del tronco de un árbol salió un niño de
madera. Se acercó y me contó que había visto a una niña con caperuza roja
comiéndose a bocados a un lobo muy cerca de allí, también había visto a dos hermanos asando
en el horno a una bruja mala, y que una enorme barra de pan iba tirando niños pequeños por las orillas del arroyo.
No me pareció extraño, alrededor de mi puente de
madera y mis nenúfares, podría pasar cualquier cosa. Al niño de madera le
crecía la nariz con cada historia que contaba. "¿Cómo te llamas?", le
pregunté. "Gepetto", contestó. Y la nariz se estiró tanto que se
golpeó fuerte contra la barandilla del puente.
Fue entonces cuando cerré los ojos para no seguir
soñando.
Todos los derechos©Ángeles Fernangómez (texto)
Todos los derechos©Saniago Carrasco (foto)
Todos los derechos©Saniago Carrasco (foto)