Un culo, dos culos, tres culos... Entre todos, es el suyo el que prefiero.
Ya llega. Se aproxima. Noto sus pasos que vienen hacia mi.
Percibo el ansia que siente de tenerme, y yo deseo calentar mi cuerpo con el suyo. Me provoca observar sus contoneos.
Se acerca, ya está aquí. Deseo su roce.
Sus nalgas, mis nalgas preferidas, se acomodan y se acoplan sobre mi mullido cuerpo. Se destensa, se libera. Noto el suspiro prolongado que ha roto el ritmo de sus inspiraciones.
Yo, rodeo su cuerpo con mis brazos; mi pecho con su espalda. Su piel calienta el tejido de la mía.
¡Qué bien! –oigo que dice-, y sé que mitigo su cansancio, y me desea cada día cuando llega con fatiga del trabajo y se acomoda sobre mí, haciéndome sentir más útil y más yo, más lo que soy: ¡el sillón!, su sillón preferido de la casa.
Publicado en el libro: "En una ciudad lineal"
Todos los derechos©Ángeles Fernangómez
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