(2004)
¡MAMÁ!
-No, si..., ¡ya te digo!, mírale ahí, repanchigado en el sofá, y venga fútbol y más fútbol, dale que te dale al mando. ¡Ay!, pero... ¿es que no se te mueve un poco el cuajo de verme? ¿es que no ves que no doy abasto?
No, si ni me mira. ¡Si es que...! ¿Pero me estás escuchando o no?
-¿Qué?
-¡Y que no se ha enterao! Que pongas la mesa, hombre, que hagas algo, que te estás embruteciendo. Si es que no haces otra cosa desde que llegas a casa, que ni te ocupas del chico y al final nos va a dar algún disgusto, ya verás, pero tu ni te enterarás de nada, ¿para qué? Yo no sé de qué estáis hechos los hombres. Mira, un día hago las maletas y me voy. ¡Y ahí te quedas!, a ver cómo te las apañas solo. Me da igual, me llevo al chico y quédate con todo si quieres, sobre todo con la tele, claro, que desde que te apuntaste al Plus ese, me tienes harta. No, si me voy a comprar una para mi solita, la pongo en la habitación y veo lo que a mi me de la gana. O no, mejor allí te vas tú. A ver si yo no voy a poder sentarme en el sofá, (que es lo que más me gusta a mi cuando acabo de recoger todo), y ver lo que yo quiera, sin chuparme lo que quieras tú, viendo siempre a esos tíos corriendo detrás de un balón. Pues hijo, podían darle uno a cada uno para que no se pelearan, porque no sé qué le veis a eso. A mi me parece un aburrimiento. Pero tú, claro, crees que soy una estúpida porque no entiendo nada de eso. Ni quiero ¿sabes?, ni quiero. ¿Para que se me queda cara de alelada como a ti?, ¡pues anda!
-¡Calla, calla! ¡Cagüeeeeennnn!, ¡joder, cállate un poco, mujer!
-Si es que encima no se le puede ni hablar. Que sepas que tu hijo dice que no entiende los quebrados, y tú podías ayudarle un poco -que le van a suspender las Matemáticas-, en vez de estar ahí plantao sin enterarte de que estamos los demás, y sin hacer nada. ¡Ay, pero qué güevazos tienes! Claro que tú qué sabrás cómo los tienes, si ya ni te los alcanzas a ver con la barriga que has echao de beber tanta cerveza y de planchar asiento con el culo en el sofá.
-Oye, sin faltar ¿eh?
-¿Sin faltar? ¿Sin faltar? Hoy, porque tengo la tortilla a medio hacer y no la voy a dejar así, pero mañana..., mañana te haces tú la cena si quieres ir a la cama cenao, porque yo hago la del chico y la mía, y a ti que te den. Ya no te aguanto más.
-¡Que te calles ya, coño! ¡Joder, este árbitro está comprao, me cagüen la puta...!
-¿Ves? ¿Ves qué bruto te has vuelto? Bueno, ya lo eras, pero más. Si al final vas a acabar como tu abuelo, que además de ruin y egoísta, era el más bruto del pueblo. ¿O es que no te acuerdas de lo que contaba siempre tu tía Patro? Cuando lo de aquella cabra que le dio una cornada en la cabeza, y el bruto de tu abuelo se midió la herida, luego agarró un cuchillo, se fue para la cabra y le hizo una brecha en el mismo sitio y del mismo tamaño que la suya. No, si... ¡qué voy a esperar yo de ti!, de tal palo...¡tal astilla!, ya se sabe.
-Mira, si sigues así se me van a inflar los cojones y me voy al bar.
-Pues vete y no vuelvas, que no se pierde nada. Pero no te vas, no, que aquí estás más cómodo. Claro que no sé qué es mejor, porque cuando eras más joven y no tenías tanta tripa, te largabas y me la pegabas con la primera, ¿o es que no te acuerdas de lo de la Charo aquella. No, si a mi sí que no se me ha olvidao, no; que eso lo tengo yo bien, pero que bien clavao aquí. No sé por qué me casé contigo. Y ahora, ya ves, ¡menuda cruz tengo yo, Dios mio!
-Pero ¿de qué hablas? Anda, cállate un poquito, que estás más guapa.
-¡Y encima me dice que me calle! ¡Que me calle yo! ¡Será cabronazo! Pues no me voy a callar no, que ya estoy harta de callarme. Y de todo, estoy harta de todo y ya no tengo ganas de nada, que tú me las has quitao, porque eres un egoísta y... ¿Y sabes qué te digo?, que me voy a la cama, que ahí se queda la tortilla y la terminas tú si quieres, porque al chico ya le di la cena antes, y a mi no me hace falta ni cenar ni nada, que ya se me ha quitao el hambre. Y que te quedes viendo el fútbol, y luego el baloncesto y después lo que te dé la gana; que yo no soy la esclava de nadie ¿entiendes?, y menos de un mierda como tú que ya no vale pa nada; porque si quiero los tengo así ¿sabes?, así, y a mi tú no me haces falta. Que me voy ¿vale?, me voy a la cama. Mira, mira, mira cómo me estoy yendo. Me voy ¿ves? ¿ves? Ya me estoy yendo, míralo.
-¡Bueno!
-¿Cómo que bueno? ¿Bueno? ¿Eso es todo lo que se te ocurre? ¿Bueno? ¡Pero, será capullo el tío! ¡Bueno!, dice, ¡bueno!, así ¡bueno! Y se queda tan a gusto. Si es que además eres un insensible, y yo te importo una mierda; me quiero morir, ya no aguanto más. Pues mira, voy a irme a la cama sí, que ya no tengo fuerzas y me da todo lo mismo, y además voy a dormir muy bien con todas estas pastillas que me voy a tomar, el frasco entero me tomo para no despertarme y oírte roncar encima. Todo, mira, todo, ¡todo! ¡todo!
-¿Pero qué haces? ¿Estás loca?
-Quita de ahí hombre, que ya me las he tragao, ¡para que te jodas!.
-Pero trae p´acá, coño, ¿qué has hecho? ¿te las has tomado o no?
-Sí
-¡Vomítalas, joder!
-No quiero.
-O te metes tú los dedos, o te los meto yo.
-¿Tú? Anda, mira, pero si ha movido el culo y todo.
-¿Tú eres gilipollas, o qué? ¡Que te metas los dedos he dicho!
-¡No!
-Papá, ¿qué pasa?
-¡Carlitos, rápido, llama una ambulancia!
-¿Qué pasa?
-El teléfono, hijo, trae el teléfono.
-¡Mamá!
-¡Car-li-i-i-i-tos!
Todos los derechos©Ángeles Fernangómez (texto y foto)