DÍA 5 (45 días)
DOS HOMBRES SOBRE EL TEJADO DE
ENFRENTE
Desde que descubrí el placer
de la ventana, ésta se convirtió en el cuadro más preciado del salón, ese cuadro que la
magia hace que pueda traspasarse y se llama Libertad. Si la ventana me daba
acceso al cielo con sus nubes, no existía un horizonte al que mi mente no fuera
capaz de acudir deprisa o lenta. Mis pies estaban en casa, pero mis ojos podían
volar.
Una mañana, vi dos hombres a
unos cien metros de mi (quizá sean más metros). Estaban en el tejado del
edificio de enfrente, ese que no tiene ventanas que me miren, porque miran a
otro lado (y agradezco). Los dos hombres estaban a la altura de mis ojos, ya
que mi casa está al nivel del tejado en el que estaban. Arreglaban una
torreta de cables que el vendaval había tumbado días atrás. Allí estaban, a mi
lado, con máscaras y guantes y guardando las distancias. Una escena fuera de lo
corriente se colaba en mi escenario a través de la bendita ventana.
Si Mahoma no iba a la montaña,
podría la montaña ir a Mahoma. Estábamos salvados.
Agudos
los sentidos
advierten
lo que antes no advertían.
Escena inédita:
dos hombres sobre el tejado de enfrente.
dos hombres sobre el tejado de enfrente.
A día de hoy:
- Seguimos confinados
- Los niños ya salen una hora a la calle.
- Curva descendente
.