DÍA 15 (55 días)
EL MIRLO
Lleva años alegrándome las tardes y las madrugadas. Supongo que será cada año una nueva generación, pero la misma saga familiar. Se habrán acostumbrado a anidar en el jardín y eso me agrada. Si alguien no sabe cómo canta un mirlo, por favor, que no se lo pierda, ya está tardando en entrar en Google y escuchar algún vídeo de su trinar melódico. Es hermoso,
relajante, alegre…, endulza. Yo entiendo lo justo de aves, aunque por lo que he
comprobado estoy por encima de la media (será por aquello de haber nacido en un
pueblo y criarme por el campo), pero no me las doy de ser muy entendida en
aves, aunque tengo la suerte de tener un compañero de vida experto. Yo soy más de animales achuchables
como los gatos, pero los mirlos…, ¡ay los mirlos! El de mi jardín me vuelve loca para
bien. En cuanto apunta la primavera, madruga a dar los buenos días y te despide
cuando cae la tarde con esos sonidos tan..., no sé cómo definirlos (recurrid a Google, ya os lo he dicho y me ahorráis caer en adjetivos cursis), esos sonidos que salen por su pico
anaranjado, ese color que contrasta con su plumaje completamente negro. Por
cierto, una aclaración: ¿sabíais que el mirlo blanco existe? Y mira que yo siempre pensé que era algo así
como lo de los gamusinos que todo el mundo habla de cazarlos, pero no se puede porque son
imaginarios. Pues yo también pensé que ser un mirlo blanco era como tratar de
alcanzar lo que no existe. Y sí, sí existe, aunque sea menos frecuente, de
hecho yo no sé si alguna vez he visto alguno. Pero mi pareja me ha dicho que
sí y eso va a misa, ni lo dudo.
Pero volvamos a mi mirlo negro, con su pequeño cuerpecito saltarín. Yo conozco a este mirlo
negro con el pico anaranjado que vive por el jardín de debajo de mi ventana,
donde tiene sus rifi-rafes con la urraca hasta cansarse y subir a las ramas del
cedro o cualquier otro árbol cercano. Este pájaro es tremendamente urbano, creo
que renunció a migrar por adaptarse a las personas y, cuando quiere ver una panorámica
de la ciudad, vuela a las antenas y divisa el entorno a su placer.
También le he visto picotear
por el suelo a la vera del tronco del aliso, saltar por entre la yedra y los
acantos con esos saltitos tan simpáticos y suyos, y parece feliz mientras expande su alegría y la contagia.
En estos tiempos de encierro
doméstico decretado y acatado, abrir la ventana y tener a este ave casi
conviviendo, es como si alguien te trajera el mundo a casa y te refrescara el alma.
Tengo más aves cerca que me hacen
la vista agradable. Están las palomas, los gorriones, tórtolas, vencejos. Los vencejos parece que vuelan a lo loco, dando vueltas y más vueltas en la mañana y al atardecer, son también una alegría verles llegar a su temporada en punto. A las palomas les encanta dormitar y hasta arrullarse en el
grueso cable de la luz que hay delante, entre los ojos y las nubes, ese que se ha
llevado más de un improperio de mi parte porque me estropea las fotos de los atardeceres bellos y dorados y hay que ingeniárselas para esquivarlo. Pero ahora no me
importa tenerlo delante si eso sirve para que en ellos se pose la vida y yo
pueda contemplarla.
Hay muchas más aves, sí, pero
el mirlo me tiene fascinada.
Llegó el
mirlo a mi jardín
justo
cuando las casas eran jaulas.
Regálame tu canto,
volaré a
las antípodas contigo.
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A día de hoy:
- Seguimos confinados no del todo.
- Ya tenemos calendario de desescalada (por fases)
- Hoy comienza la Fase 0 de la desescalada.
- Algunos negocios ya pueden abrir con cita previa.
- Podemos pasear por turnos unas horas.
- Curva descendente