VEN, PASA SIN LLAMAR


MENSAJE Y CANCIÓN DE BIENVENIDA AL BLOG
(Pinchar sobre el texto que sigue, para escuchar la canción):
VEN,
PASA SIN LLAMAR
(*) Vídeo de la CANCIÓN: pinchando en cualquier parte del texto de bienvenida anterior (Le puso música y voz: Amador (Dorchy Muñoz) Gracias.

*Tanto los TEXTOS como las FOTOS de cada entrada del Blog son autoría de Ángeles Fernangómez. En algún caso excepcional en que no fuera así, siempre se especifica el nombre del autor o autora y se cuenta con su consentimiento.


viernes, 1 de mayo de 2020

DIARIO DE CUARENTENA TRAS LOS 40 DÍAS - La nevada

                                                                    Fotos desde la ventana (confinamiento)
DÍA 9 (49 días)

LA NEVADA
En mi tierra de montaña, a la nieve que nos encontramos aquella mañana de marzo al mirar por la ventana, no se lo llamaría nevada. Existen allí varias formas de calificar el grosor de la nieve sin tener que tirar de cinta métrica. Así, de mayor a menor, se habla de nevadona, nevada, nevadina y telina. Con sólo decir uno de esos nombres, cualquier oriundo se hace a la idea de la magnitud del manto blanco.
Pues, dicho así, con esas variantes lingüísticas que marcaron mi forma primigenia de expresarme, lo que aquella mañana de confinamiento nos encontramos en Madrid fue simplemente una telina, pero daba gloria verlo, era nieve a fin de cuentas. El poeta Batania dice “Cada vez que nieva, tengo 5 años”, también él es norteño y sabe que su mente, al verla, vuelve a la infancia a coger bolas de nieve y organizar peleas divertidas. Por eso a mí se me quedó muy grabada su frase, porque me identifico con el mensaje tan profundamente que me inunda y lo repito.
Al levantarme, abrí la ventana de la sala y allí estaba el jardín de siempre, pero las grandes manos de la palmera estaban blancas, como sosteniendo en oferta la nieve para entregársela al primero que abriera las ventanas. Los setos también tenían una ligera capa y los coches del poquito tramo de calle que se alcanza a ver, también estaban cubiertos. Pronto se derretiría en cuanto apuntara el sol mínimamente, así que fui por mi cámara de fotos y comencé a tomar los detalles que más me llamaban la atención. Me había venido a visitar la nieve y lo sentí como un milagro.
Me llamó la atención lo que alguien había escrito en el cristal de atrás de uno de los vehículos. Se leía claramente “Te quiero”. Imaginé al autor (o autora) escribiéndolo muy temprano, de camino al trabajo, tal vez era alguien que trabajaba en algún hospital y, no sólo no podía estar confinado, sino que,en esos días, trabajaba mucho más dura y peligrosamente, con la presión al máximo. Seguro que lo había escrito protegidas las manos con unos guantes de látex, respirando dentro de una mascarilla y pensando en la añoranza que sentía por la persona amada a quien el mensaje iba dirigido y a quien no podía ver porque estaría en otra casa inmerso (o inmersa) en cuarentena. Sentí empatía y agradecimiento al mismo tiempo. Después, cerré la ventana y sonreí. Este virus no ha podido matar al amor -me quedé pensando-.

 En tiempos de pandemia
un “te amo” escrito sobre nieve
sostiene la esperanza:
 no puede un virus matar al amor.

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A día de hoy:
  • Seguimos confinados
  • Los niños ya salen una hora a la calle.
  • Ya tenemos calendario de "desescalada" (por fases)
  • Curva descendente