VEN, PASA SIN LLAMAR


MENSAJE Y CANCIÓN DE BIENVENIDA AL BLOG
(Pinchar sobre el texto que sigue, para escuchar la canción):
VEN,
PASA SIN LLAMAR
(*) Vídeo de la CANCIÓN: pinchando en cualquier parte del texto de bienvenida anterior (Le puso música y voz: Amador (Dorchy Muñoz) Gracias.

*Tanto los TEXTOS como las FOTOS de cada entrada del Blog son autoría de Ángeles Fernangómez. En algún caso excepcional en que no fuera así, siempre se especifica el nombre del autor o autora y se cuenta con su consentimiento.


martes, 29 de octubre de 2013

"CUENTO CON CUENTOS" (en un lugar "de cuento")


La Lobera de Gredos:
 EL LUGAR DEL CUENTO DE LOS CUENTOS

  CUENTO CON CUENTOS 

 ...y, entonces, abrí los ojos.
   Vi a Hansel y a Gretel cogidos de la mano en dirección a la casa de chocolate de la bruja. Les advertí, pero iban tan concentrados en sus risas, que no me escucharon.
   Después, pasó Caperucita. Yo le dije: "peligroso sitio, niña, para pasear. Una niña llamada Caperucita Roja no debería de pasear por un lugar llamado La Lobera", pero iba tan absorta dando saltitos mientras cantaba, que no me escuchó.
   Más tarde, alcancé a ver a un niño muy, muy pequeño, que caminaba arroyo arriba y que, cada 3 pasos, lanzaba al suelo una miga de pan mientras repetía: "para el camino de regreso, para el camino de regreso...". Cuando se acercó lo suficiente, le llamé para decirle que no le serviría de nada, pues los pájaros se las iban comiendo todas, pero estaba a lo que estaba, calculando y calculando el tamaño de las migas para que no se le acabara el pan antes de llegar a su destino, así que no pudo escucharme.

   Finalmente, del tronco de un árbol salió un niño de madera. Se acercó y me contó que había visto a una niña con caperuza roja comiéndose a bocados a un lobo muy cerca de allí, también había visto a dos hermanos asando en el horno a una bruja mala, y que una enorme barra de pan iba tirando niños pequeños por las orillas del arroyo. 

   No me pareció extraño, alrededor de mi puente de madera y mis nenúfares, podría pasar cualquier cosa. Al niño de madera le crecía la nariz con cada historia que contaba. "¿Cómo te llamas?", le pregunté. "Gepetto", contestó. Y la nariz se estiró tanto que se golpeó fuerte contra la barandilla del puente.

   Fue entonces cuando cerré los ojos para no seguir soñando.



Todos los derechos©Ángeles Fernangómez (texto)
Todos los derechos©Saniago Carrasco (foto)

jueves, 24 de octubre de 2013

AUSENCIA C

Breve historia de lo que inspiró a este poema que, evidentemente, está dedicado a Cristina Rojo "in memorian":
Comienzo diciendo que, tras su fallecimiento (hace ya un año), yo no he sido capaz de hacer un poema a Cristina por mucho que lo deseara. Solo tengo uno anterior y se lo hice aún en vida, que ella pudo disfrutar y disfrutó. Sin embargo, y pese a que reconozco que la enfermedad y muerte de Cristina a mi me marcó (y aún me marca), el bloqueo me impedía escribirle un poema póstumo.
Pero ahora, pasado ya su aniversario, y tras el Encuentro Poético-Artístico en La Lobera de Gredos, el poema ha surgido gracias a ella.
Se renovó el libro-caja que contenía papeles con poesía breve, leyendo y quemando después los poemas para llenarla, otra vez, con poemas nuevos. Pero un poema fue salvado de la quema, era el poema de la foto, escrito de puño y letra por la propia Cristina, un poema precioso. En realidad es un trozo de un poema más amplio que, en el Programa "A Cielo Abierto", ella nos recitó al grupito que con ella estábamos en la zona de "La Piedra que pare".
Se me ocurrió, para decorar el papelito y pegarlo en unas hojas de otoño, quemar un poco sus extremos y..., casi quemo la palabra "ausencia".
No suelo explicar los poemas, pero esta vez, deseo hacerlo. Va por ti, Cristina. Gracias por inspirarme.

AUSENCIA

Yo me gozo en la ausencia
como la vida se goza en el instante.
Ahora sé cómo cortejan las mariposas al viento.
Cristina Rojo (28-1-2012)
A un instante estuve de quemar tu ausencia
porque la vida se gozara en tu regreso,
a un pulso de que la palabra se esfumara entre ceniza,
mas, era tu palabra, y así estaba escrita.

No hace falta
que el eco sordo de tu invisible estar me lo transmita,
yo te escuché decirlo cuando aún eras de este lado,
allí,
sentada,
agarrada a troncos tiernos,
en el mismo lugar en el que ahora
tu boca y toda tú
sois piedras pequeñitas y fecundas.

Dijiste, con esa tu sonrisa socarrona,
que sabías algo de un cortejo,
algo de unas mariposas, y de un viento.


Y allí, cerca del roble, custodias, poeta, ese misterio.



Todos los derechos©Ángeles Fernangómez (texto)
Todos los derechos© Begoña Montes y Santiago Carrasco (fotos)