VEN, PASA SIN LLAMAR


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VEN,
PASA SIN LLAMAR
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*Tanto los TEXTOS como las FOTOS de cada entrada del Blog son autoría de Ángeles Fernangómez. En algún caso excepcional en que no fuera así, siempre se especifica el nombre del autor o autora y se cuenta con su consentimiento.


jueves, 5 de febrero de 2009

HAIKU DEL PINTOR QUE PINTABA ROSAS COLOR SANGRE ("Mis poemas-relato")

Pintura: "Rosas Rojas", de Clara TENGONOFF http://claratengonoff.artelista.com/

Este poema (o prosa poética, o poesía en prosa...), que escribí en el año 2005, lo comienzo con un haiku (estructura japonesa), que luego desarrollo en forma de escritura occidental, pero manteniendo la misma idea que se plasmó en el haiku.
El poema dió lugar al cuadro, que aquí lo acompaña, de la pintora CLARA TENGONOFF)

HAIKU DEL PINTOR QUE PINTABA ROSAS COLOR SANGRE
Color de sangre
pinta el pintor la rosa.
Liba la abeja.

La miel es dulce.
Brillo de cera y luz.
Jalea de reina.

El pintor que pinta sólo rosas rojas
está sentado,
cansado,
las manos en la nuca y la cabeza gacha;
la barba en la rodilla, las ideas en el bolso del chaleco
y las ganas de llorar aporreando las compuertas de sus lacrimales.
Así estaba el pintor aquella tarde,
así estaba casi siempre el pintor que pintaba rosas color sangre
-siempre color de sangre-
desde que vio a la muerte derramarse roja ante sus ojos.
¡Cuántas veces hubiera querido pintarlas amarillas, blancas...,
o rosas rosa!
O algo que no fuera ni siquiera rosas,
como antes.
Pero no podía, no sabía desde entonces.
Aquella sombra triste le sangró de pétalos rojizos la mirada
y no supo pintar más que dolor, dolores encarnados,
no supo dedicarle a su recuerdo sino rosas rojas..., rojas,
siempre rojas y sólo rosas. Rojas las rosas.
El jardín olía a primavera y una abeja se coló por la ventana,
se posó en el cuadro que no había secado todavía y comenzó
a libar con su trompa en los estambres.
Llegaron otras, más, llegaron muchas,
e hicieron luego su enjambre y su colonia en la esquina oscura del alero de su estudio.
El pintor dejó que se instalaran.
Aquel año tuvo miel dorada y dulce, panales de cera
que alumbraron de velas todo el alma devolviéndole el brillo que perdió en la noche.
La reina le ofreció el placer de su jalea
llevándole energía nueva al corazón en cachos. Una reina
se había colado en sus entrañas ofreciéndole el sabor dulce de la vida,
y un séquito de abejas
bailó una danza nueva en su jardín de endrinas.
La casa de la miel y la jalea.
El pintor ya supo pintar rosas amarillas, blancas...,
y rosas color de rosa,
hojas verdes, y tallos... Y otra rosa que salía de la rosa.
Y algo más que sólo rosas.

Todos los derechos©Ángeles Fernangómez