VEN, PASA SIN LLAMAR


MENSAJE Y CANCIÓN DE BIENVENIDA AL BLOG
(Pinchar sobre el texto que sigue, para escuchar la canción):
VEN,
PASA SIN LLAMAR
(*) Vídeo de la CANCIÓN: pinchando en cualquier parte del texto de bienvenida anterior (Le puso música y voz: Amador (Dorchy Muñoz) Gracias.

*Tanto los TEXTOS como las FOTOS de cada entrada del Blog son autoría de Ángeles Fernangómez. En algún caso excepcional en que no fuera así, siempre se especifica el nombre del autor o autora y se cuenta con su consentimiento.


viernes, 4 de marzo de 2011

MORIR EN EL CINE

MORIR EN EL CINE

 (2006) 

Cuando la gente se muere no se pone antes a decir cosas bonitas a los que tenga a su lado, no. Yo ya me he dado cuenta de que eso sólo pasa en el cine. En el cine –lo tengo comprobado-, si a uno le pegan un balazo –por ejemplo- y tiene un amigo a su lado que le sostenga del cuello mientras agoniza, el moribundo deja encargado al amigo que le diga a su mujer y a sus hijos cuánto los ha querido siempre, que los seguirá queriendo, que cuidará de ellos desde el otro mundo… y no sé cuántas cosas más. Lo dice, además, como si no le pasara otra cosa que el saber que le quedan sólo unos segundos o minutos de vida, pero nada más, como si los dolores no tuvieran nada que ver con la cabeza ni con la voz.
Pero yo sé que eso no es cierto porque ya he visto morir a dos personas y no se tienen muchas ganas de hablar en esos momentos, que a la gente le duele todo y no está para nada, no.
El primero que vi fue a mi abuelo. Unos días antes le dio no sé qué a la cabeza y se quedó alelao. El día que se murió, se murió y ya está. Me acuerdo muy bien porque yo siempre había pensado que antes de morir me cogería de la mano –como en las películas- y me diría: “Sebas, la colección de monedas antiguas quiero que sea para ti, por haberme ayudado a ordenarla”. Entonces yo lloraría y le besaría en la frente. Él, después de acariciarme la cabeza, abriría el cajón de la mesilla y me entregaría el tesoro. Pero no fue así. No digo que yo no llorara por el abuelo porque sí lloré, pero las monedas antiguas no tengo ni idea de dónde han ido a parar.
También vi cómo se moría el tío Félix que llevaba mucho tiempo enfermo en el hospital. Cuando murió estaba tan dolorido que se notaba a la legua que no le apetecía decir ni una palabra (o no podía). Pude ver cómo se moría porque quiso que lo llevaran a su casa a pasar los últimos días que le quedaban y yo fui con mi madre a verlo y…
Por eso digo que eso sólo pasa en el cine. En una peli vi cómo el que se estaba muriendo le pedía a su novia que se casara con él y todo. Yo eso no me creo que pueda pasar de verdad. Él seguía sonriendo mientras las lágrimas de la novia le caían en su  boca y por toda su cara. Así no son las cosas en el mundo real.
También se murió mi gato pero no sé cómo pasó. Y me alegro, porque no hubiera podido soportar que no me pudiera mirar siquiera.

Soy muy joven para haber visto todo esto, ya lo sé, pero, como dice mi madre, “por hache o por be, este chico tiene que estar siempre metido en todos los fregaos”.
Cuando mi madre vio que el tío Félix estaba como estaba, me mandó a casa, pero yo hice como que me iba y me quedé asomado a la puerta mirando por entre la rendija de las bisagras. Ellos, como estaban a lo suyo, ni se percataron de mi presencia. Pero a mí no me dio miedo.
 Eso sí, he aprendido a aprovechar mejor la vida y no esperar al último momento, así que ya le he dicho a todo el mundo lo que les pienso dejar si me pasara algo. Y a Bea, que es mi novia, le digo siempre que la quiero mucho, no vaya a ser que luego no me dé tiempo.
Y es que el cine es el cine, pero la vida es otra cosa.
*

Vídeo correspondiente a un comentario de Amador Muñoz sobre esta entrada.

Todos los derechos©Ángeles Fernangómez (texto y foto)